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La calle está oscura, apenas las farolas iluminan el camino que has tomado para llegar a tu destino.
Corre un suave viento que mueve las hojas de los arboles... los carteles de los establecimientos, las lonas de los toldos... levanta las hojas de los periódicos del suelo... tu falda...
Tus tacones resuenan entre las paredes de la calle
En la puerta, custodiada por dos bestias humanas, hay un cordón de terciopelo como el de los reservados a los vips en los garitos lujosos...
Una escalera baja a las profundidades de un antro al que jamás habrías entrado, si estuviera lloviendo incluso...
...Imágenes que pasan por tu cabeza y que te han llevado al lugar donde te encuentras ahora... Sientes calor, fuego, ira, deseo, gimes y exhalas el aire sofocadamente, sientes que multitud de manos se apoderan de tu cuerpo... el placer que te provocan es inmenso... esas manos saben donde llegar... conocen cada rincón de placer que hay en tu cuerpo y logran su propósito... tanto que consigues tus pretensiones, no una, sino varias veces antes de que él pueda siquiera desabrocharse el pantalón.
Desesperadamente intentas zafarte pero no logras sino sentirte mas asfixiada por el hombre que se ha apoderado de ti... Gritas... le gritas... te tapa la boca para callar tus súplicas, le muerdes, se queja pero continua su hazaña...
La incrédula mirada suya hacia ti, te causa un morbo inesperado y mayor placer... intentas morderle los labios mostrando tu lado mas salvaje de lujuria. el se refugia en tu cuello y te absorbe con su deseo como si de un vampiro se tratara. Eso te excita... te ruboriza la piel... hace que fluya dentro de ti el rio de pasión que quieres que recorran sus manos... sus dedos... su miembro...
No deja de agarrarte las manos y su furia se concentra aun más en ti... su desesperación... su anhelo... su deseo te van invadiendo de calor... de agobiante sofoco, caluroso y sudoroso deseo de poseerte...
Empiezas a experimentar una sensación que se aleja del placer... frustración al no conseguir que te deje tocarle donde más lo desea... y quieres seguir intentando pero es inútil, él es más fuerte.
Gimes entre delirios de placer y angustia por un instante, clamando por tu libertad. Dejas tu deseo por un instante y se lo expresas... ¡suéltame! le gritas... no te hace caso, parece ensimismado contigo. Le insistes pidiendo que pare y no consigues que se detenga, te doblega... te sujeta fuertemente, luchan, tu por tu libertad, el por tu posesión, es más fuerte que tú y no consigues sino hacerte más daño al intentar soltarte.
Te tiene sentada sobre el lavamanos y está entre tus piernas... Intentas cerrarlas pero es inútil, es más poderoso su deseo que tus fuerzas. Ni siquiera consigues apartarlos unos segundos, su miembro esta cada vez más hinchado y roza tu entrepierna... ya no es placer... lo que te causa...
...sino miedo.
Con un ademán de fuerza, poder y agarrándote los brazos por las muñecas con una sola de sus manos te tira al suelo pero no se despega de ti ni un segundo, te tumba boca abajo... el dolor del impacto es tal, que poco a poco empiezas a entregarte al desengaño que, ahora, sus palabras descubren en tu cabeza, poco antes de que entrarais desesperados, por un impulso incontrolable de deseo y lujuria... Su cuerpo invade el tuyo con una presión asfixiante, de la que no te puedes liberar. Te suelta las manos pero de nada sirve esa fútil libertad porque su cuerpo postrado sobre el tuyo es más pesado y fuerte, no te dejan posibilidad de escapatoria. Sin romperte el vestido se deshace de tu ropa interior y enseguida se apodera de tu conciencia, la horrible sensación que será la experiencia de haber acompañado a aquel desconocido hasta los servicios.
Con sus labios te besa la nuca, te lame las orejas, y te repugna que lo haga, el aliento a alcohol y las gotas sudor que caen en tu cuerpo, entremezclado con las mil maravillas de aquel entorno, no lo hacen precisamente, el mejor de los perfumes de seducción.
Intentas incorporarte pero es inúltil y das por perdida esa guerra que tu misma quisiste empezar. Él, al darse cuenta de tu entrega al destino, no duda en tomar las riendas de su deseo y entrar en tu cuerpo...
...débil... frágil...
Sientes como su furia invade tu cuerpo. El hombre hace de ti un zombie por unos instantes y sólo deseas salir de allí corriendo, que salga de dentro de ti, que su fuerza no destruya tu interior como lo está haciendo. Quieres que se acabe... que se muera... que desaparezca de tu mente la imagen horrible de verte tumbada boca abajo sobre las baldosas de unos retretes. No deja de moverse y de hacerte daño con cada agitación de su cuerpo... de tu cuerpo sobre el suelo frío y húmedo que hace unos instantes era el lugar perfecto para el amor... para la pasión desenfrenada, que ahora él ha convertido en tu celda, en tu condena...
Sus convulsiones agitadas y continuas no desfallecen... te posee hasta lo más profundo de tu ser. El dolor que causa dentro de ti no tiene comparación a cualquier otro momento de tu vida, te hace daño, duele, molesta... en tu interior, en el interior de tu inocencia, en el interior de tu corazón, de tu alma que se evapora con cada agitación del monstruo en que se ha convertido...
Exhala aire y recobra fuerzas con cada suspiro, gime en tu oído... te obliga a oírle como dice lo mucho que está disfrutando contigo... Las lágrimas empiezan a nublar tu vista... no se cansa de repetirte si estás disfrutando como él... y lo único que deseas es morir... como lo ha hecho ya tu mente... tu espíritu... tu sombra... tu rostro...
Su agitación y gemidos van acompasados por sus jadeos, por su calor desprendido, por el sudor de su cuerpo... Son tan fuertes que ahogan tus llantos... tus movimientos no son sino los rebuznos de la bestia que te esta poseyendo...
... ira... ...odio... ...repugnancia... ...culpabilidad... ...sufrimiento... ...piensas en todo lo que ocurrió cuando sólo era un chico guapo, cuando te sonreía, cuando quería saber de ti tu nombre nada más, cuando te dijo lo guapa que eras...
...continua su batalla inmerso dentro de ti, agitándose, entrando en lo más profundo de tu ser y saliendo a tomar aire para entrar nuevamente...
...cuando te invitó a una copa, cuando te acarició el pelo, cuando te cogió de la mano, cuando te miraba de la forma en que te miraba antes de besarte pro primera vez...
Grita... exhala... suspira de placer... continua sus convulsiones cada vez con más fuerza... te sientes destrozada... como si todo lo que hubieras construido con tanto empeño se hubiera desmoronado con la primera mirada que te dedicó... te desgarra saber la crueldad cometida, la profanación de tu cuerpo que yace sobre la frialdad de un sucio rincón. Sus convulsiones más violentas se van frenando...
Sientes el calor que provoca dentro de ti su liberación, su desahogo, su pasión contenida... Cae rendido sobre ti dejando un peso muerto...
La música sigue sonando fuera, ensordecedora, amiga de los gritos desesperados, de las lágrimas, de los sollozos, de tus miedos desenterrados...
Sigue respirando sobre tu oído. Su aliento ahora convertido en un hálito del infierno te dicen lo mucho que ha disfrutado... que ninguna zorra le ha hecho disfrutar tanto como tú. Jadeante su respiración, se mueve entre tus nalgas para guardar el arma del crimen cometido. Se incorpora... sonríe por su victoria...
...se marcha...
Te quedas unos minutos llorando en el suelo... sollozando como una niña a la que acaban de robarle la inocencia. Sientes odio, repugnancia de ti misma, te sientes culpable e irascible... pero no dejas de llorar...
Al abrir los ojos tu pintura de ojos recorre tus mejillas, tu pelo, aunque recogido, tiene algunos mechones sueltos... Te incorporas y te da vergüenza mirar al espejo... ni siquiera sabes si volverás a mirarte nuevamente...
Como si volviera a tu encuentro... de pronto... se abre la puerta bruscamente y sólo te da tiempo de reaccionar para correr, al cruzar el umbral descubres que tan solo es otra mujer que quiere entrar a los lavabos... Sin fuerzas para huir te sientas en medio del pasillo... te acurrucas... y lloras hasta que las lágrimas ahogan tus pensamientos...
No sabes cuanto tiempo llevas allí sentada, el ensordecedor estruendo de la música y el humo de la sala te van devolviendo al mundo del que te sacaron.
Como si de un trueno se tratara... irrumpe en el pasillo un grito sofocado de un hombre que te llama la atención, proviene del lavabo de los hombres... tu expresión es de extrañeza, no es un grito de placer lo que has escuchado... el miedo se apodera de ti y huyes, ya por fin, con las pocas fuerzas que has recuperado...
... todo vuelve a la oscuridad... el viento sigue corriendo por la calle, las hojas siguen huyendo de ti, los carteles se mueven, tu falda también... cuando reanudas el camino, esta vez corriendo, tus tacones vuelven a resonar en la calle... gritas de miedo, ira, rabia... vuelves a oír los pasos... deseas que no sean reales...