jueves, 3 de junio de 2010

My first time!

     Nunca he considerado la opción "no" como la primera, sin embargo, se donde están mis limites y sé distinguir entre lo que está bien y lo que está mal. Cruzar la delgada línea que los separa es, cuando menos, experimentar la posibilidad de cruzarla hacia el lado equivocado y, en conciencia, discernir que lo que estamos haciendo está bien o mal hecho. 

     Surge entonces la emoción de hacer algo por primera vez... Todos hemos sido niños (aún me considero uno), y siempre que haciamos algo nuevo, diferente nos quedaba buen sabor de boca. Hoy por hoy ocurre lo mismo, solo que ahora juega un papel importante la conciencia. Cuando somos niños no pensamos en las repercusiones o en el mañana, tan sólo disfrutamos del momento y no deseamos que termine. Ese sabor de boca al que hago referencia es, en esencia, lo que marcará el futuro de nuestras vidas, hasta el punto de lograr o no nuestra felicidad. 

     Es imposible amar a alguien como si fuera la primera vez que se ama. Si bien, pudiera ser una experiencia gratificante el amar más de una vez y que en esas ocasiones se disfrute, nos sintamos bien, etc etc etc, en nada será igual a lo que sentimos la primera vez. Da igual pues si sólo fue un amor platónico, correspondido, o incluso un desamor. El hecho de haber amado a alguien por primera vez lo cambiará todo. 

     La primera vez que conducimos un coche, sin ayuda de ningun guia, irrepetible... hoy ocurren accidentes. 

     Lo que quiero decir es que con cada repeticion de lo que sea, se va perdiendo la mágia, la motivación y es cuando empieza la rutina, el no saborear ese momento y que nos quede mal sabor de boca. 

     No es dificil pensar que es imposible volver a sentirse como la primera vez cuando ocurre algo de nuevo en nuestras vidas. Pero no es dificil. El ejemplo más claro es cuando conocemos a alguien. No sabemos nada de su mundo, de su cordura, de su vida en definitiva. Desentrañar sus misterios es lo que nos va a dar esa sensación constante de hacer algo por primera vez, ya que nadie es igual, todos somos la suma de nuestras circunstancias y no todas son iguales nunca. 

     Creo que hay que entregarse por completo a todo lo que hacemos, este bien o mal en conciencia (no hablo de ilegalidad), y disfrutarlo en cada segundo, cada instante como si no volviera a suceder jamás. Que el simple hecho de respirar sea toda una aventura para nuestras entrañas.